miércoles, 12 de febrero de 2014

La noticia, la cigüena y otras yerbas

Lo que tengo para decir vale aclarar que no tiene nada que ver con una cigüena ni con la o los diferentes tipos de yerbas que existan en algún lugar del mundo. Aunque debo confesar que estoy por cebarme unos mates, nada de eso guarda relación con lo que a continuación quiero expresar. En realidad es una noticia, no de las que uno ve en La Corpo de Magnetto o la Korpo de Sabatella, Cristóbal López o Vila-Manzano. 
Es una noticia de las que te sorprenden en la vida, incluso más: de las que te dejan pensando todo el tiempo en eso, imaginando escenarios posibles, quizás pensando en el futuro, en lo que vendrá, en cómo va a hacer todo de ahora en adelante. Preguntas que marcan el paso de lo que te está pasando. Tu vida va a cambiar radicalmente en ese momento y sabes que ahora se te corrió el eje. 
Pocas veces en la vida sucede una situación similar. Cuando sabes que ya nada va a ser como antes. Esa sensación puede ser terrible, pero también puede ser sumamente agradable y excitante. Claro está y no tenemos que ser especialistas en Heráclito para saber que todo cambia. Pero no es ese cambio al que estás acostumbrado porque las hechos no se repiten nunca de la misma manera sino el cambio que se asemeja a una nueva etapa. A abandonar viejas vestiduras. Y adoptar otras nuevas.
La noticia es de esas que son extremas. Como el dolor o la felicidad. No sabés a ciencia cierta si son reales o no hasta que las experimentás en carne propia. Como la muerte. O el amor. 
Claramente lo que voy a terminar de exponer apenas termine este párrafo está más cercanos a la felicidad y al amor que a la mismísima muerte. A pesar de que a algunos puede llegar a provocarles una reacción mortal.

Voy a ser papá.
Voy a tener un hijo.
Estoy embarazado.
Estamos embarazados.
Ella y yo.
Mi novia, mi mujer, mi amor
la Mujer que amo, va a ser mamá.
Vamos a formar una familia.
Mis viejos van a ser abuelos.
Mis hermanos van a ser tíos.

Existen tantas formas de decirlo como de sentirlo. Es una cosa múltiple. Las sensaciones no tienen fin y parece que no existieran palabras para describirlo. En realidad existen, pero suenan a poco, a nada en comparación con lo que es sentirlo de verdad. Y eso que todavía no nació la criaturita que está dentro de Eugenia. Para que se den una idea, en lo que llevo escribiendo y pensando como poner en palabras lo que se siente ya escuché la discografía completa de David Gilmour, de nuevo.
Igual voy a hacer el intento. Nos enteramos de todo el martes 4 de febrero. Conocer la noticia fue sorpresiva, contundente, increíble. Me sentía nervioso. Saber que pudiste crear algo lleno de vida (eso lo hace alguien) que dentro de unos meses va a conocer todo este mundo nuevo para él (o ella; Eugenia se desvive por un varón, yo me inclino por la opción opuesta). Te sentís feliz, y no recibiste nada todavía, no viste nada. Es una felicidad plena, pura, sin nada malo o impuro. Feliz con tranquilidad, sin culpas. Esta vez no hiciste nada sobre lo que arrepentirse. Tu vida no es la misma. Sos un padre abandonando la potencia de serlo, en términos aristotélicos baratos. Materializando la potencia, haciendo realidad un sueño para el que me sentí preparado siempre. Y justo ahí es donde empezás a no dejar de pensar en cómo va a ser, si va a escuchar rock conmigo, si vamos a ver los partidos de Boca o si va a ser un/una trosko/a del PeÓ y vamos a luchar juntos. No son conjeturas, ni hipótesis ni suposiciones. Son deseos. Pero independientemente de todo, mientras sea feliz, que sea lo que quiera. 
Eugenia y yo estamos contentos. Emocionados. Y por sobre todo, enamorados. Eso es lo que más me importa. Sin pensarlo, un nuevo mundo apareció ante nosotros. Lo que soñaste siempre, se va a hacer realidad.

***

Escribo ahora desde la noche. Recién pasaron diez minutos de la hora cero del jueves. Hace 8 días que conocí la noticia y ya me siento diferente. Reconozco dentro de mi un estatus que permanecía latente hasta ahora que se ha hecho manifiesto. 
La responsabilidad no es cosa de grandes, ni algo lejano o ajeno a mí. Es parte de lo que implica esta nueva etapa. No es algo nuevo de por sí, pero cobra un nuevo valor a la luz de las nuevas circunstancias. Ahora, la mayoría de mis pensamientos son preocupaciones. Gratas, no problemáticas. Me preocupo por el bienestar de Eugenia que duerme mucho por las siestas. Por la fragilidad de un nuevo ser que no puedo ver o sentir directamente, pero que habla a través de sus ojos o en la tranquilidad de su respiración durante las noches mientras dormimos. 
A la tarde, mientras Eugenia dormía profundamente escuché a Gilmour, sí. Pero antes escuché a Creed. Una canción que habla de esta nueva etapa. De esta nueva vida. De este nuevo mundo. Era With arms wide open. E identifico en su contenido algo de lo que estaré haciendo cuando en Octubre reciba otra noticia que ahora espero tranquilo pero con una ansiedad que acelera mi pulso cardíaco: cuando vaya a ser papá. Cuando nazca, sea lo que sea, mi hijo o hija, lo voy a esperar con los brazos bien abiertos. Y le voy a enseñar todo. Con amor.


2 comentarios:

  1. Hay que bello!!! Muchas felicidades Marce, vamos a tener un nuevo, o una nueva, integrante en la bienal! La/o esperamos!!!

    ResponderEliminar